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LA EXCLUSIÓN FINANCIERA

abril 2021

Un serio problema se cierne sobre los ciudadanos más vulnerables

(documento para la reflexión de la Plataforma por una Banca Pública en un contexto ineludible de catástrofe sanitaria mundial y de crisis social y económica inédita)

Antecedentes y contexto

La exclusión financiera significa expulsar a una parte importante de los ciudadanos  (personas, familias, pequeños empresarios o autónomos, y en un sentido amplio, territorios), de los servicios bancarios y financieros para el desarrollo de la vida personal o empresarial de todos estos colectivos.  Esta virtual expulsión financiera, se ha convertido en una alarmante y creciente realidad. 

Aun cuando la concentración y vertiginosa tendencia a la oligopolización del sistema financiero español ha sido espoleada por las dos últimas grandes crisis de la economía española y mundial (la de la Gran Recesión de la primera década de este siglo y la de la Pandemia en curso de esta segunda), su explicación se sustenta en aspectos estructurales más profundos.  Entre ellos destacamos la desregulación del sistema financiero español desde los años 70 del siglo XX para adaptarlo a las necesidades de internacionalización de la economía española en el período inmediatito a la muerte de Franco, la transición democrática, y la posterior incorporación de España a la Comunidad Económica Europea.

Aquella internacionalización llevó progresivamente a una ruptura, primero estructural y posteriormente financiera, del sistema bancario español. En el modelo vigente hasta las dos últimas décadas del siglo XX cabía la banca al por menor y la banca de inversión. La primera, la de las cuentas corrientes, de la cartilla de ahorro, de los pagos de servicios, cobro de salarios y pensiones, de los créditos personales para el hogar, de las hipotecas para la vivienda, de los préstamos al pequeño empresario o profesional, de los descuentos de letras, entre otros muchos servicios. Esta banca coexistía con la banca de inversión y desarrollo, la que financiaba especialmente el inmovilizado, las inversiones de proyectos empresariales de largo plazo. Se trataba de un modelo financiero que distinguía en algunos casos, a efectos de riesgo, ordenadamente, los recursos que captaba con el destino de los fondos, incluso en el ámbito geográfico, para armonizar con el origen de los mismos.

El Estado regulaba toda aquella realidad institucional y de funcionamiento. Y sostenía, además, un esquema de entidades específicas para la financiación de sectores claves de la economía, de entonces:  el agrario, el industrial, local y de la construcción. El patrón financiero que comentamos tenía sus instituciones financieras ad hoc: Cajas de Ahorros, Cooperativas de Crédito, Banca Privada, y Entidades de Crédito Oficial, fundamentalmente. Este esquema institucional todavía sigue vigente en algunos países europeos de nuestro entorno como Francia, Alemania, , Holanda, Noruega y Finlandia.

En las dos primeras décadas  de este siglo,  la creciente financiarización de la economía, esto es, el predominio de la economía financiera[1] en detrimento de la productiva, ha ido adaptando más la estructura y funcionamiento del sistema financiero a objetivos especulativos y excluyendo, simultáneamente, y al mismo ritmo, a los ciudadanos y colectivos más vulnerables del acceso al mismo.

Situación Actual

Los datos disponibles ilustran el camino que  conduce a la exclusión financiera: con la fusión de CaixaBank y Bankia[2] y en tanto no se produzcan nuevas fusiones, el sistema financiero español quedará configurado con sólo cuatro grandes grupos, que manejarán el 80% del activo bancario[3],[4]. Desaparecerán más oficinas (1400 sólo de Caixabank y Banakia), en los últimos 10 años cerraron un 50% de las más de 45.000 que había a fines de 2008, habrá más empleados despedidos (10 mil de Caixabank y Bankia) que se suman a más de 100.000 anteriores y más de 4.000 municipios serán los que se hayan quedado sin oficinas bancarias.

Ya no hay ninguna Banca con control público en España. Las Cajas de Ahorro[5] casi están desaparecidas, y los bancos medianos que quedan, algunos procedentes de antiguas Cajas, están en proceso de fusión. En suma, el sistema financiero español será un auténtico oligopolio privado. Sorprendentemente la Comisión Nacional del Mercados y de la Competencia, a pesar de su nombre, sólo se ha pronunciado con respecto a la fusión de Bankia y CaixaBank en relación al posible cierre de oficinas, cajeros en distintos municipios, sobre el mantenimiento del coste de comisiones y de otras condiciones financieras para los antiguos clientes de cada una de las entidades fusionadas. Estas restricciones estarán vigentes sólo para un plazo máximo de tres años. 

La banca minorista, tal como la hemos descrito en párrafos anteriores, está prácticamente extinguida. A la paulatina y constante desaparición de servicios bancarios tradicionales de banca para los ciudadanos hay que sumar el encarecimiento de acceso a servicios elementales de pagos y cobros en efectivo y a través de medios digitales y/o tarjetas, cajeros, transferencias, etc. Que, puesto que se bonifican a los clientes “preferentes”, afectarán más gravemente al conjunto de los colectivos más empobrecidos que, por sus escasos ingresos, sólo realizan este tipo de operaciones bancarias elementales.  Además, el acceso físico a las sucursales supervivientes del proceso de oligopolización supone, para los que carecen de conocimientos y/o herramientas digitales para operar virtualmente, una tarea penosa de tiempo y espera. Se observan, cada vez más, aglomeraciones de público y largas colas delante de las oficinas abiertas. Todo esto es también exclusión financiera.

Un peligro asociado a la discriminación de los más débiles financieramente es que son arrastrados a servicios bancarios usureros como los ofertados por las nuevas finitech y banca en la sombra. La precariedad laboral presente puede transformar un gasto ordinario en un crédito imposible de devolver y en el embargo de un patrimonio vital para la vida de muchos[6]. Aunque todavía no se discrimina para abrir o tener una cuenta corriente, las nuevas condiciones de comisiones o intereses negativos con lo que algunos bancos amenazan por disponer dinero en la cuenta hará que los clientes más frágiles del sistema bancario queden cautivos de esas penalizaciones.

Recuperar la banca inclusiva, minorista y de servicios para las personas, las familias, los profesionales, los pequeños empresarios y los autónomos. Una banca más segura, responsable y cercana.

En plena pandemia se oye con insistencia, desde la política y la cultura, que en esta más que duras circunstancias sociales y económicas, el capitalismo debe comportarse generosamente con la ciudadanía, con el tejido social y empresarial gravemente colapsado.

La Unión Europea, como otras economías desarrolladas, está implementando ingentes y extraordinarios recursos públicos para rescatar la actividad económica con ayudas directas a los agentes económicos. Billones de euros fluirán a la economía real: 750 mil millones del programa New Generation, 500 mil millones de presupuestos Invest-eu, más de 700 mil millones de en descuentos de deuda del Banco Central Europeo. A la Economía Española le llegarán una tajada importante, sólo del Programa New Generation serán unos 140 mil. Mucho dinero público, el de la Unión Europea lo es, aterrizará en el sistema financiero. El Oligopolio Bancario privado actual se ha edificado con ayudas públicas directas e indirectas extraordinarias[7],[8] y no hay perspectivas de recuperación. A cambio, tenemos la oportunidad de aprovechar la generosidad presupuestaria y monetaria resultante de la crisis actual, para reformular un sistema financiero al servicio de los ciudadanos y las empresas.[9]Empecemos por frenar en seco el proceso de exclusión financiera en curso y recomponer servicios de una banca minorista y de depósitos a partir de instituciones y agencias financieras,  todavía algunas de titularidad pública, o de servicios a los ciudadanos: como el ICO, Correos (y otras de menor envergadura como las existentes en algunas autonomías)[10]. En nuestro entorno europeo coexisten todavía Bancos y Cajas de Ahorro con un amplio despliegue territorial próximo a dónde habitan los ciudadanos. En Alemania las Sparkassen. En Francia sobrevive un modelo de Bancos, Cajas de Ahorros, Cooperativas y Mutualidades de Créditos: La Caisse des Dépôts, holding público propietario, entre otros, de la Banque de Territoires, de Le Groupe La Poste con la Banque Postal, de Collectivités Locales y de Assurance, del Bpifrance; El Grupo BPCE, unión del Banco de Cajas de Ahorros con los Bancos Populares; el Groupe Crédit Mutuel. En Finlandia el OP Financial Group (unión de 180 cooperativas) o el Grupo DNB Bank noruego, con su Banco Postal.

Sigamos, exigiendo, que la enorme masa monetaria de financiación pública, nacional y multilateral, como la mencionada en párrafos anteriores, independientemente de su instrumentación reglamentaria, y que necesitará de estructuras financieras y bancarias de participación, sirva para recomponer solidas instituciones financieras, bancas públicas de inversión y desarrollo [11] con control democrático.

Por último, La Plataforma por la Banca Pública entiende que la lucha contra la exclusión financiera o por una banca inclusiva para los ciudadanos y las empresas exige la formulación de un plan integrado de medidas en el ámbito socioeconómico y territorial. Y todo ello en coordinación y control con los órganos de representación democrática de los ciudadanos desde las Asociaciones vecinales, del tercer sector profesionales, municipales hasta las provinciales, autonómicas y estatales.[12]

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[1] La Banca de hoy en día no remunera casi el ahorro ni los depósitos. Capta recursos en mercados interbancarios o colocando deuda pública para aumentar la disponibilidad crediticia que termina en fondos de inversión que operan con perfiles especulativos en la mayoría de los casos. La empresa privada de gran tamaño se financia con deuda corporativa y la pequeña accede al crédito a tipos de interés prohibitivos.

[2] Está en curso la negociación Unicaja y Liberbank. La del Bilbao y Sabadell por ahora está aparcada.

[3] Datos de fines de enero de 2020 de Asociación Española de la Banca.

[4] Según un estudio del Banco de España, en 8 años, entre 2008 y 2016 los 5 principales grupos bancarios españoles pasaron de suponer el 42% de los activos totales al 61,8%. Ya en ese año España estaba, en términos de concentración, por encima de la media ponderada de la eurozona: un 28 % más (Revista de Estabilidad Financiera nº 34 Banco de España)

[5] Aún sin ser estrictamente públicas, hasta principios hasta fines de los años 70, su actividad crediticia estaba regulada. Lógicamente tenían resultados, pero no se las consideraba entidades lucrativas, no repartían dividendos porque no tenían accionistas, los beneficios se recuperaba en reservas y el remanente en obras sociales. Hasta 1977.  “Mantenían un 43% de los pasivos computables invertidos en Fondos Públicos o en Obligaciones “de Empresas Públicas de entonces…” y un 24% en créditos especiales a tipos de interés privilegiados, a determinados sectores (construcción de vivienda con rentas limitadas, pequeñas empresas agrícolas o comerciales artesanas). Tenían una regulación territorial para la captación de pasivo y el destino de las inversiones (El Sistema Financieros Español. Gonzalo Gil. Banco de España, Servicios de Estudios.1983)

[6] Aun no siendo todavía un expulsado de banca, un préstamo personal-familiar en España sale un 16% más caro que en Italia, un 51% que en Francia y un 67% que en Alemania- los tipos en España para estos créditos están en el 6,5%, mientras que en Alemania en el 3,9%, en Francia en el 4,3% y en Italia en el 5,6%. En cualquier caso, el diferencial de costes se puede encarecer extraordinariamente, hasta un 148%, si se tiene un contrato temporal o se está en paro – (Hilo@carlossmato)

[7] Sólo en la compra de activos inmobiliarios se han ido más de 50 mil millones de euros y que en contra de lo que afirmó en su momento, no se recuperará y pagaremos vía déficit público

[8] En ayudas fiscales (créditos diferidos) se han ido también miles de millones de euros.

[9] La España vaciada requiere de una banca de proximidad para atender proyectos que contrarresten la despoblación y territorial y que no sólo respondan a una rentabilidad financiera. Existe el peligro de que los fondos de inversión se hagan con la propiedad agrícola abandonada y abaratada para incorporarla al agrobussines especulativo de las materias primas.

[10] Pero no sólo estas, sería probablemente insuficiente.

11 Para contextualizar nuestra reflexión sobre banca pública es importante recordar que la Banca Multilateral de Desarrollo (Banco Interamericano de Desarrollo, Banco Asiático de Desarrollo, Banco Africanos de Desarrollo, etc.) tuvo su origen en períodos de crisis de posguerra para financiar la reconstrucción. Fueron claves en NOEI, Nuevo Orden Económico Internacional. (Incluso, los coeficientes obligatorios de Inversión a la banca privada instrumentados en la época del franquismo alimentaron de recursos a los bancos sectoriales de crédito público como el Banco de crédito a la Construcción, Industrial y de Crédito Agrario). Quizá ahora estemos en puertas un “revival” del orden económico mundial y nacional. Sólo que sobre bases diferentes: aquel fue con EEUU dominando la escena Banco Mundial, Empresas multinacionales de bienes duraderos, FMI, el dólar como moneda de reserva, Naciones Unidas, tercer mundo y subdesarrollo.  Hoy es con Unión Europea, China, Reserva Federal, Banco Central Europeo, países emergentes, financiarización, sostenibilidad, cambio climático, sin moneda de reserva segura, etc.

12 La Plataforma Por la Banca Pública promoverá, en este sentido, una actuación colectiva a efectos poder elaborar de un programa y plan de acción conjunta.

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