¡¡Es la economía, estúpido!!
“¡Es la economía, estúpido!” fue la muy célebre frase de James Carville, asesor del demócrata Bill Clinton en la exitosa campaña que en 1992 le llevó a la Casa Blanca, descolocando a su contrincante republicano, George Bush, padre, que prefirió dedicarse a glosar sus “éxitos” en la política exterior.
Se merece sobradamente una expresión similar nuestro Gobierno cuando utiliza trucos propios de trileros para escamotear de la actualidad el grave problema de sobreendeudamiento que aqueja al país.
Si considerásemos sostenible un crecimiento de la deuda en los mismos términos que el de la riqueza en términos de PIB, llegaríamos a la indudable conclusión de que la economía española sufre de un sobreendeudamiento superior a los 2,2 billones de euros (un 44% de los pasivos en circulación existente a finales de 2012). Es un grave problema porque ha destinado una ingente cantidad de recursos económicos que provienen de préstamos a infraestructuras, inmuebles u otras inversiones que no proporcionan la rentabilidad suficiente como para devolver los créditos contraídos.
Es necesario destacar que el sobreendeudamiento es fundamentalmente de origen privado y no público. No hay más que ver el desaforado crecimiento del endeudamiento privado en lo ocho años previos al estallido de la crisis que solamente después de 2007 es continuado por el incremento de deuda de las Administraciones Públicas. Es este crecimiento de la deuda pública el que se ha convertido para gran parte de la opinión pública en la causa y no en la consecuencia de la crisis. De hecho, mientras todos los focos estaban puestos en el cumplimiento del déficit público y el Gobierno español se mostraba orgulloso de haber tenido solamente 73 mil millones de euros de agujero, la deuda de las Administraciones Públicas creció en 2012 más de 236 mil millones de euros de forma directa y 75 mil millones de euros en avales con respecto a 2011.
El proceso de “socialización” de las pérdidas y de rescatar a las instituciones financieras no será gratuito para la ciudadanía. Supondrá lastrar a las Administraciones Públicas con descomunales compromisos financieros para el futuro que conllevarán recortes de las prestaciones públicas debido a la incapacidad económica de proveerlas.
Técnicamente, “España S.A” está en quiebra aunque el Gobierno y los medios de comunicación lo oculten y prefieran centrarse en la bajada de la prima de riesgo para defender la mejora de la situación. Aunque el Banco Central Europeo rebaje al mínimo los tipos de interés, esa medida de política monetaria no tendrá más que efectos paliativos y nunca curativos para la enfermedad.
En términos globales la deuda (privada y pública) no podrá ser devuelta. O la sociedad presiona para que el debate sobre la reestructuración y las consiguientes quitas tengan en cuenta los intereses generales o, una vez más, las élites financieras y políticas volverán a hacer recaer sobre el conjunto de la clase trabajadora un nuevo fracaso del sistema capitalista.
Informe sobre la insostenible evolución de la deuda de la economía española: http://matoeconomia.blogspot.