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El impuesto sobre los depósitos bancarios: ganan los de siempre

José Santos Pulido

montoro_consejoAprovechando el Real Decreto Ley 125/2014 el Gobierno ha procedido a actualizar la Ley que en diciembre del 2012 estableció un impuesto sobre los depósitos bancarios. De nuevo se nota la larga mano de la Banca que ha conseguido desactivar un proceso por el que se incrementaría su aportación a las arcas públicas.

Este tema, con motivo de la publicación del informe Lagares sobre la reforma fiscal, ya lo he tratado en esta misma revista en marzo del presente año. En ese documento se mostraba disconformidad con que el impuesto dependiera de las Comunidades Autónomas aduciendo la consabida unidad de mercado. Se decía en el informe que su efecto recaudatorio podría ascender a 6.000 millones de euros.

Pues bien, al final “el monte ha parido”. El Gobierno ha fijado un exiguo tipo del 0,03 por cien sobre los depósitos, por lo que el coste para los bancos será la anémica cifra de 600 millones de euros. Aunque este impuesto se repartirá entre las Autonomías, así desactiva la bomba de relojería puesta por el Gobierno de Extremadura cuando aún estaba en manos del Partido Socialista. Se debe decir que allí están hartos de aportar energía, mano de obra y hasta capital al resto de España, viendo como ellos están a la cola de la prosperidad.

¿Cómo ha podido ser esta casi desaparición del impuesto? Porque se está dando lo que anticipo en mi libro “Manual para una Banca Pública de España”, cuando digo que se alcanzará una situación de oligopolio en manos de cinco o seis grupos bancarios. Y esto no solo afectará a los clientes por la vía de comisiones abusivas, sino también al conjunto de la sociedad por la presión que este oligopolio puede hacer sobre los gobernantes, los actuales o los que tengan que venir.

Se ha visto por otra parte que es casi imposible controlar a los oligopolios con medidas meramente regulatorias, léase electricidad e hidrocarburos. Por tanto en el tema que nos ocupa solo con medidas radicales, como la nacionalización de la gran banca o la creación de un banco público, los ciudadanos estarán protegidos ante las actuaciones de aquellos.

Hay que tener puesta la esperanza en que las nuevas generaciones de políticos que se avistan tengan el valor de encarar, entre otras ente tipo de situaciones, aquí y fuera de España.

La Plataforma por una Banca Pública no se identifica necesariamente con los contenidos publicados, excepto cuando son firmados por la propia organización.

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